23 sept 2009

Los resultados del tercer trimestre obligarán a profundizar en el ajuste

La gran banca recibe el mensaje del supervisor: si hay fusiones habrá más ayudas

El Banco de España mira con preocupación las cuentas de la banca española. Experto en el análisis de la realidad, y vigilante de los movimientos de los integrantes del sector y, por tanto, con gran capacidad para hacer proyecciones y precisas previsiones, se encuentra valorando hasta dónde puede llegar el deterioro del sistema financiero español si la tendencia actual continúa por la misma senda.

El supervisor se esta fijando en las variables tradicionales que definen la radiografía del sector así como la del escenario que le sirve de soporte y presentación. Algunas de esas variables, como son el estancamiento de hipotecas, la morosidad de bancos, cajas y cooperativas, la morosidad de los promotores y de las familias, el crédito, los impagados del sistema. todos indican que la crisis sigue afectando con crudeza a los balances de las entidades financieras.

El cierre del tercer trimestre está a la vuelta de la esquina y en Cibeles se temen, a tenor de los avances de previsión de las propias entidades, que el deterioro se prolongará otro trimestre más, lo cual no significa que alguna entidad tenga previsto presentar al mercado números rojos, algo de lo que el sector parece alejarse con cierta dificultad.

El primer semestre se saldó con algunas cifras que son para echarse a llorar: con el crédito hipotecario estancado la morosidad se situó en el 3% y los impagados del sistema rozaron los 83.000 millones de euros. La morosidad de los promotores se convertirá en este tercer trimestre en el peor grano que le salga al sector ya que se estima que pueda alcanzar el 10% (en bancos).

La fotografía es delicada, ya que si en el tercer trimestre no se desaceleran morosidad e impagados y no mejora el crédito hipotecario y el de consumo, el año pasará sin duda a los anales de la historia. Los hogares y las familias españolas siguen con la mosca detrás de la oreja a propósito del futuro, del económico y del laboral, así que no piden créditos ni ganas que tienen por endeudarse. Las entidades financieras vienen extremando la vigilancia en la concesión de préstamos; al consumo están secos y para la compra de vivienda pocos arriesgan, a pesar de que las entidades se han mostrado más flexibles para evitar que la mora no se disparase, como por ejemplo, cambios de hipoteca por alquiler, plazos mayores, refinanciación de deuda, incluso los canjes de activos por deuda. De todo. Incluso, con la colaboración de un Euríbor por los suelos y en constante baja, abaratando las cuotas no ha sido suficiente para que este apartado del crédito funcionase mejor.

Las previsiones anuncian borrascas por el interior con nuevas suspensiones de pagos en capilla y otras a la vista, todas ellas se sumarán a la deuda financiera de los bancos a quienes corresponda y aumentará la mala sensación de que los impagos no tienen visos de mejorar de cara, y los morosos, aunque ahora al ralentí, tampoco piensan detenerse en los próximos trimestres. Es el particular vía crucis de la banca.

De esta forma, al Banco de España le sobran los consejos y es posible que le falten las ayudas. El sector ha recibido de forma tibia el consejo del supervisor sobre la necesaria e inmediata necesidad de reestructurarse. La banca, manos a la obra no ha dudado en reducir la fábrica con el cierre de 1.000 oficinas y la plantilla en 2.500 trabajadores en el primer semestre del año, reducciones de costes que no parecen ser suficiente para unas cuentas de resultados con menos negocio que en otras épocas, algo que se podrá ver perfectamente en los márgenes que presenten los bancos en la primera quincena de octubre.

Pero el Banco de España les está pidiendo fusiones, por activa y por pasiva: vería mejor a un sector financiero más concentrado, más especializado, con entidades de mayor tamaño, más competitivas en los mercados internacionales, saneadas. Más fuertes. Pero la banca se resiste a aceptar que los mercados de crédito han encogido y que la nueva talla se mantendrá por unos años más, quizás cuatro, cinco o seis.

Fuente: Juan José González para CapitalNews.es

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